Piedra negra o del temblar
PIEDRA NEGRA O DEL TEMBLAR
Leopoldo María Panero
Hay restos de mi figura y ladra un perro.
Me estremece el espejo: la persona, la máscara
es ya máscara de nada.
Como un yelmo en la noche antigua
una armadura sin nadie
así es mi yo un andrajo al que viste un nombre.
Dime ahora, payo al que llaman España
si ha valido la pena destruirme
bañando con tu inmundo esperma mi figura.
Tus ángeles orinan sobre mí.
San Pedro y San Rafael
en una esquina comentan
mientras avanzo borracho
sobre esa piedra, payo,
que llaman España.
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La fábula de la cigarra y la hormiga
para Antxon-La Hera, con el afecto
y las disculpas de Leopoldo
El sol alumbra la ropa puesta a secar
–un calzoncillo sucio, una camisa raída–
y un esqueleto se mueve en la cocina.
Si quieres mirar, mira
si has querido hacer un espectáculo de la podredumbre
y gloria del gusano que nunca muere.
Soy un hombre sin vanidad, y de vez en cuando me sueno
con mi soplamocos.
De mi la historia nunca sabrá nada
pero me siento seguro, pues ahí fuera ladrando
desnudo, sus manos agarrando fuertemente los testículos,
tembloroso y lleno de frío
veo el recuerdo de un hombre que tuvo vanidad
y quiso conocer el misterio del mundo.